SHAVUOT, tiempo del Pacto de la Ley.

13/May/2013

Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para el CCIU

SHAVUOT, tiempo del Pacto de la Ley.

Por la Esc. Esther Mostovich de Cukierman 
El Midrash (interpretación rabínica ) cuenta que antes de entregar la Torá, (Pentateuco) en el Monte Sinaí, el Señor pidió al pueblo hebreo garantías de su cumplimiento. ¿Qué podía tener ese pueblo recién liberado de la esclavitud? Ofrecieron a sus patriarcas y matriarcas. El Señor contestó:
-Están muertos . No los pueden usar como garantía. El pueblo ofreció entonces a sus Profetas, y el Señor contestó:
-Ustedes no son dueños de los profetas. Ellos son Mis enviados.
Entonces el pueblo ofreció en garantía a sus descendientes. A “nosotros” en todas las generaciones. Es cuestión personal de cada uno aceptar un Unico Señor del Universo que nos entregó Su Ley en Sinaí, eso no lo vamos a discutir aquí. Lo indudable es que si hoy existe un Pueblo Judío, es porque la tradición del episodio fue transmitida y aceptada, generación tras generación, como historia verdadera y origen de la Ley. Ese es el legado que hemos recibido no sólo los judíos sino todas las civilizaciones de Occidente, todo el mundo occidental que aceptó la Biblia.
Es apasionante comprobar cómo muchas disposiciones de la Torá han sido aceptadas en las Constituciones o Leyes fundamentales del mundo judeo-cristiano occidental. La primer Constitución uruguaya, en 1830, tiene una introducción que se conoce poco . En ella, ¡los redactores declaran que se han inspirado en la Biblia! Y luego, en una de las secciones finales, establecen los derechos fundamentales de todos los habitantes del país: a la vida, honor, libertad, igualdad, seguridad, trabajo, propiedad, proceso y juicio justos, libre circulación, inviolabilidad del domicilio… todos valores que se pueden trazar hasta su antecedente en la Biblia Hebrea.
En la segunda Constitución uruguaya, 1917, ya se agrega un artículo que hasta hoy, sigue integrado a nuestra Ley fundamental: La enumeración de derechos, deberes y garantías hecha por la Constitución, no excluye los otros que son inherentes a la personalidad humana o se derivan de la forma republicana de gobierno.
¿De dónde surgen esos derechos inherentes a la personalidad humana? Es un tema teórico desarrollado a partir de la Magna Carta de los ingleses y luego por los teóricos de la Revolución Francesa. Pero no dudo en contestar que su origen es bíblico, aunque es tema que muchos profesores prefieren eludir. Un dato interesante, el Prof. Celedonio Nin y Silva, al preparar sus comentarios al Código Civil uruguayo, analizó prolijamente el llamado “Antiguo Testamento”, haciendo notar cómo muchas de sus disposiciones han pasado a las legislaciones modernas de Occidente. Otro dato poco conocido: dentro de la discusión preparatoria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas, hay un discurso explicando cómo la civilización occidental tiene en los 10 Mandamientos el primer reconocimiento legal de los derechos humanos.
La noción del Pacto Social la conoce la civilización occidental desde el episodio del Sinaí. Aquí aparece un Rey Supremo y Su Pueblo , el pueblo hebreo, un sujeto colectivo de derechos y obligaciones separables de las que tienen individualmente los seres humanos que lo componen.
Mientras los cuerpos legales de Cercano Oriente antes de Moisés, implican derechos y obligaciones personales, familiares, o de algún grupo o clase social, el pacto de Sinaí impone la nueva obligación nacional. El Pueblo Hebreo es un sujeto colectivo que se mantiene existente y obligado a cumplir su Ley a pesar de que sus integrantes mueran y nazcan nuevas generaciones. Sin importar que los integrantes sean muchos o pocos. A pesar de que algunos interpreten la Ley algo diferente de otros y aunque haya integrantes que lo abandonen.
Más allá de principio de Fe, el Pacto de la Ley da el ejemplo de cómo y por qué obligan las leyes a una Nación. Pacto significa dos partes que se obligan mutuamente; el pueblo acepta el gobierno del Soberano y se compromete a obedecer sus Leyes, el Soberano se obliga a obedecer las limitaciones que la Ley de esa Nación le marca. En el Sinaí el pueblo se obliga a cumplir las leyes del Señor y el Señor se obliga a cumplir Sus propias leyes. La Torá es la primer Ley Fundamental en la historia de la humanidad en que el Gobernante se obliga Él mismo, a cumplirla.
La Torá no es ley impuesta sino Ley aceptada y pactada. El pueblo acepta los Mandamientos y se obliga a cumplirlos, diciendo “haremos y obedeceremos”.
¿Qué obligaciones asume el Señor en la Torá? Voy a nombrar tres.
Después del Diluvio, dice el Señor en Su corazón: … Mientras dure la tierra, siembra y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche, no cesarán… La obligación asumida es no perturbar el orden de la Creación.
Dice el Señor a Noé y a sus hijos: Voy a establecer Mi pacto con vosotros, de que no será más exterminada toda carne con diluvio … ( Como me enseñó uno de los rabinos con los que estudié, el Señor se ha obligado a no volver a exterminar a los seres humanos, no volver a traer a la tierra un Diluvio Universal. Si los hombres se exterminan entre sí en luchas y guerras, no es responsabilidad del Señor sino de los seres humanos.)
Otra obligación que asume el Señor en el Pacto, es la que le recuerda Abraham: hacer justicia. El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?
Los rabíes explican que en el Sinaí, todo el pueblo “hombres, mujeres , niños y el extranjero que está con vosotros” , acepta obedecer la Ley de la Torá . Dato a tomar en cuenta, aquí los rabíes declaran que las mujeres son personas con capacidad de asumir por sí mismas la obligación de cumplir la Ley.
Y creó el Señor al hombre a Su imagen. En la interpretación rabínica, este es el origen del derechos a la vida, honor, dignidad, libertad e igualdad de los seres humanos. No podemos explicar todos esos temas en pocas líneas. Solamente, algunas anotaciones:
Haber sido creado a imagen del Señor es la expresión del derecho a la honra y dignidad del ser humano. La misma idea se encuentra en los Salmos : ¿qué viene a ser el mísero hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que le visites? Sin embargo, lo hiciste poco menor que los ángeles, le coronas también de gloria y hermosura y le haces señorear de las obras de Tus manos…
Es la Torá la que nos declara iguales al hacernos descender a todos de Adán y Eva. Y el Señor formó al hombre del polvo de la tierra. El Midrash rabínico , comenta: Para formar a Adán , el Señor tomó un puñadito de tierra de cada rincón del mundo, para que nadie pueda decir: mi padre era más importante que el tuyo. Si vamos a la historia, la ascendencia común de Adán y Eva no ha hecho que los seres humanos de este planeta nos consideremos todos hermanos, pero integramos la misma familia y hay que convivir con ella. Dice un cuento que durante la Pascua Hebrea un padre estaba explicando en la mesa familiar, la saga del Exodo de Egipto. Cuando llegó al punto de que todos los seres humanos integramos la misma familia, la esposa le preguntó:
– Dime, esposo mío. Con todo el daño que hizo el Faraón al Pueblo Hebreo durante la servidumbre del Egipto, cómo podemos decir que ese Faraón era de nuestra familia?
El marido suspiró.
– Tienes razón, esposa mía. Creo que el Faraón era de tu lado de la familia.
Dice un Midrash que en el segundo día de la Creación, el Señor creó a los ángeles, que tienen propensión natural a la bondad. Más tarde creó las bestias, con sus deseos animales instintivos. Ninguna de esas creaciones le pareció muy buena. Entonces el Señor creó al hombre, combinación de ángel y bestia, con libertad de seguir el bien o el mal. Y recién en ese momento, vio que lo creado era muy bueno.
Martin Buber enseña que la dignidad y responsabilidad del ser humano la expresa el mismo Creador al ordenarle a Abraham: “Anda delante de Mi y sé íntegro”. &